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Colombia está frente a una crucial encrucijada: continuar con un modelo de desarrollo que excluye amplios territorios y agota los ecosistemas de biodiversidad; o, quizás, es la oportunidad de repensar con los y las colombianas, las trayectorias alternativas de desarrollo que necesita el país para abordar los desafíos que plantea el desarrollo humano sostenible hoy y mañana. Hoy, contrario a generaciones anteriores, sabemos que los dividendos de la paz superan por mucho los costos de la guerra, que el mundo globalizado ocasiona que una crisis en Ucrania tenga impacto en el Chocó, que el cambio climático no es un distópico futuro sino una alarmante realidad reflejada en sequías, inundaciones, olas de calor, menor productividad agrícola e incluso problemas en la calidad y el acceso al agua. Y que estas catástrofes se repiten con mayor intensidad y frecuencia y afectan desproporcionadamente a quienes menos han contribuido a incitarlas. Teniendo toda esta información ¿por qué debería el país seguir apostándole a viejos modelos de desarrollo que privilegiaron el crecimiento económico y la industrialización a costa de la sostenibilidad ambiental, la equidad o el buen vivir, -legado de comunidades étnicas- en lugar de hacerlo de forma equilibrada?

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Sara Ferrer Olivella
Representante Residente PNUD Colombia

Future posibles

Desde una mirada sistémica se invita a reflexionar en trayectorias posibles para Colombia en los próximos años

Impulsar la productividad humana de manera efectiva significa entender las dinámicas territoriales en la formación y uso de las capacidades.

Desde esta perspectiva, una mayor eficiencia en la ampliación de capacidades y su uso está directamente relacionado con una mayor eficiencia en provisión de servicios y bienes públicos, de calidad y universales, en incrementos de competitividad empresarial y, finalmente, en fortalecer el contrato social.

La oportunidad para afrontar las trayectorias divergentes que caracterizan a Colombia, reflejo de fenómenos de desigualdad multidimensional, más que una hoja de ruta o un plan maestro, se erige como una propuesta de abordaje, como una posibilidad de adecuar la forma de hacer, compuesta por tres elementos esenciales.

Fuente - PNUD: elaboración propia.